Lo sabemos, pero lo olvidamos…
Últimamente las circunstancias a mi alrededor me han llevado a recordar que la vida es breve. La pandemia que estamos viviendo nos lo deja muy claro. Nos recuerda nuestra fragilidad humana. Ni con todos los progresos científicos acumulados hasta la actualidad hemos sabido hacer frente a esta pandemia, sin que implique pérdidas y pesares.
La vida es breve, ciertamente. Y los seres humanos somos vulnerables. Ninguno de nosotros sabemos cuándo terminará nuestro viaje, ni el de aquellos a los que amamos. Sin embargo, no solemos pensar en ello. Y pienso que hasta cierto punto esto es favorable. ¿Cómo sería la vida si todo el tiempo estuviésemos pensando que terminará? El chiste es no olvidarlo por completo.
Me parece que a veces vamos por la vida como si fuéramos a vivir eternamente, olvidándonos de apreciar todo lo bello que hay a nuestro alrededor. Damos por hecho a las personas que amamos, a la salud de nuestro cuerpo o nuestras habilidades. Y en ocasiones sólo recordamos su valor cuando dejan de estar presentes. Esa frase que dice que no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos encierra una gran verdad de nuestra humana naturaleza.
La mente distraída no aprecia
No creo que las personas dejemos de valorar lo que amamos a propósito. Pienso que la falta de apreciación surge de una mente distraída. Vamos tan a prisa, persiguiendo tantos planes y proyectos, con tantas cosas en la cabeza que en el camino olvidamos de ver lo que realmente importa. Es como ir en carretera tan a prisa, que no logramos apreciar el paisaje. El tener, el conseguir, el lograr y el acumular parecieran ser mucho más importantes que el ser y estar. Entonces dejamos de ser agradecidos y felices, por la simple maravilla de estar vivos. Y olvidamos de estar con nosotros mismos y con aquellos que dan significado a nuestros momentos.
Agradezcamos por lo que tenemos
Hoy quiero recordarme y recordarte que no necesitamos perder nada para valorar y apreciar todo lo maravilloso que hay en nuestra vida: nosotros mismos y a nuestros seres queridos. Sólo tenemos hoy para hacerlo. Mañana puede ser muy tarde. Sólo necesitamos tenerlo presente.
Poder realmente apreciar nuestra vida, tal y cual es no siempre es fácil. Nos gana la tendencia de la mente a comparar, a desear, a anhelar por lo que no hay. Y si bien el deseo de mejorar es muy válido y motivante para superarnos, no necesitamos esperar a que las cosas sean lo que esperamos para empezar a disfrutar de la vida.
La vida es breve, por eso es buena idea saborear cada momento. En la medida que agradecemos por lo que sí hay y por lo que sí tenemos –como el estar vivos o tener en nuestra vida a aquellos que amamos– nuestra capacidad de disfrutar cada momento crece. Esa es la mejor motivación para perseguir nuestros sueños.
Amemos y disfrutemos de este viaje, porque la estación de bajada puede ser la siguiente.
Que tu vida y la de los tuyos esté llena de gratitud. Que sepamos disfrutar de esos pequeños detalles que vuelven extraordinario lo ordinario.
¡Buen viaje!
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