Hablemos del famoso estrés

¿Estrés yo?

¿Quién no conoce el estrés? Quizá algunos niños sanos en ambientes familiares muy armoniosos, en el que los padres manejan sus emociones efectivamente, no lo conozcan. Fuera de eso, la mayoría de las personas tenemos o hemos tenido estrés. Hablemos del estrés y veamos cómo nos afecta.

El estrés es la respuesta de un organismo ante una situación que se percibe o interpreta como demandante o amenazante. Es el conjunto pensamientos, emociones, sensaciones y conductas que aparecen cuando una circunstancia nos rebasa o se ha salido de nuestro control.

Esta respuesta está mediada por hormonas y neurotransmisores que activan y preparan al organismo para actuar ante una situación de peligro o dificultad.

Disparadores comunes del estrés son, una excesiva carga laboral, la falta de organización y el pobre manejo del tiempo, las enfermedades nuestras o de nuestros seres queridos, las relaciones personales difíciles, los problemas económicos, ambientales y sociales, un desastre natural, o cualquier situación que percibamos como mayor a lo que podemos soportar.

Lo que resulta interesante es saber que podemos estresarnos con solo pensar en una situación difícil, incluso si solo existe en nuestra cabeza. Gracias estos pensamientos negativos o catastróficos podemos estar estresados por periodos prolongados.

¿Es malo el estrés?

Nuestro organismo está diseñado para responder ante una amenaza para tratar de solucionarla o ponernos a salvo. Es decir, el estrés cumple una función adaptativa de protección. Visto así, el estrés no es malo, es una respuesta necesaria ante determinadas situaciones. Hablemos del estrés y entendamos qué es realmente y para qué sirve.

Son nuestras reacciones y la forma como nos comportamos ante las dificultades lo que puede afectarnos negativamente. Es el vivir constantemente ansiosos, estresados, irritables lo que hace que consideremos al estrés como algo negativo. Sin embargo, en la justa medida, el estrés nos mueve a actuar, nos ayuda a salir adelante, es como ese empujoncito para levantarnos. El chiste es que no es tan fácil encontrar la dosis correcta.

¿Por qué nos daña el estrés?

Si el estrés es necesario, entonces, ¿por qué nos daña? Teóricamente una vez pasada la situación de peligro, nuestro organismo habría de volver a un estado basal, de reposo y normalidad. Sin embargo, gracias a nuestros pensamientos el estado de activación puede prolongarse más tiempo del necesario.

Paradójicamente, la respuesta que nos ayuda a enfrentar y resolver una situación amenazante, al sostenerse en el tiempo puede provocar daños en nuestro cuerpo. Muchas enfermedades crónicas, inmunológicas, cardiovasculares, gastrointestinales se potencian bajo estrés.

En otras palabras, nuestra reactividad ante el estrés afecta las decisiones que tomamos y eventualmente favorece la aparición de enfermedades. Por eso es importante que hablemos del estrés, pero sobre todo, que aprendamos a manejarlo.

¿Cómo podemos manejar el estrés?

Por principio, entenderlo. Cuando comprendemos la naturaleza de lo que nos sucede es más sencillo buscar las soluciones. Si el estrés se relaciona con pensamientos futuristas y negativos, busquemos la manera de soltar dichos pensamientos. No se trata de negarlos, sino de entenderlos como lo que son: pensamientos. Dándoles la dimensión justa podemos elegir una actitud más saludable.

Mira estos 3 sencillos tips para bajarle al estrés:

1. Hacer una pausa y respirar

A veces todo lo que necesitamos es simplemente parar la locura de la mente y tomar una buena respiración. En el acelere de la vida es fácil ir en automático y perdemos la perspectiva, lo negativo se ve gigante y lo positivo no se percibe. Pausar y respirar nos permite aclarar la mente para cambiar el enfoque, la perspectiva de lo que realmente ocurre.

2. Abrir la perspectiva

La práctica de mindfulness (atención consciente) nos permite ver a profundidad la naturaleza de nuestra experiencia. Al meditar prestamos atención a lo que sucede a nuestro alredeor y también a lo que estamos viviendo en cuerpo y mente. De esta manera podemos observar lo que pensamos, sentimos y hacemos ante lo que nos acontece, como parte de un todo. Es ver la situación de diferentes ángulos, la realidad externa y la interna. Y desde esa perspectiva consciente podemos tomar mejores decisiones.

Si vives bajo estrés tal vez quieras reflexionar en el contenido de tus pensamientos. ¿Te preocupas demasiado? ¿Tiendes a pensar que las cosas saldrán mal? ¿O mantienes una actitud positiva? Nuestros percepciones y pensamientos determinan la forma como afrontamos las circunstancias de nuestra vida. También definen nuestra capacidad de apreciar lo positivo y valioso en cada experiencia.

3. Practicar atención plena (meditar)

Cultivar conciencia y tratar de ver las cosas de diferentes ángulos. Tal vez entonces te sea más fácil centrarte en lo positivo y soltar los pensamientos que prolongan el estrés. Date el permiso de tomarte un tiempo para ti, para simplemente sentarte en tu presencia, respirar conscientemente y conocerte más de cerca. La práctica cotidiana de atención plena (o mindfulness) puede ofrecerte todo esto y ayudarte a vivir conscientes, más pleno, relajado y feliz.

No me lo creas a mí. Practícalo y ve qué descubres. Y si así deseas, escríbeme un email a info@claudiavega.com y cuéntame cómo te va meditando.

–Claudia Vega

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